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ARTÍCULOS Y REPORTAJES
CASTILLA-LA MANCHA: ESTACIONES DE PASO
Publicado en la Revista del Ministerio de Fomento nº 553 (julio - agosto de 2006)
Reproducción autorizada
Macarena Herrera Lorenzo. Fotos: José Caballero y FFE (19/12/2006)

 

Albacete, pionera en el tendido ferroviario

Por su importancia como tierra de paso hacia las costas levantinas, esta provincia fue una de las pioneras en el tendido ferroviario. De hecho, a la ciudad de Albacete le cabe el honor de ser la cuarta capital española en contar con ferrocarril, lo que se produjo en 1855 con MZA. La línea que desde Aranjuez conduciría a Alicante en dirección a la costa terminó su construcción en esta provincia con su llegada a Almansa (1857) y Caudete (1858). La segunda línea provincial, entre Chinchilla de Montearagón y Cartagena, iniciada por otra compañía y concluida por MZA, llegó primero a Agramón (1864) y luego a Las Minas (1865), enlazando aquí con la vía tendida desde Cartagena.

En los primeros años, las estaciones de Albacete responden a modelos homogéneos diseñados en función de la categoría y especialización de cada estación en el conjunto de la línea. Era, como en otras líneas de MZA, una arquitectura estandarizada que respondía a un criterio de economía de empresa. Este principio se prolongó durante décadas, aunque desde muy temprano las estaciones realizaron reformas para mejorar sus condiciones de explotación, como Albacete (1858) y Villarrobledo (1866), donde se levantaron viviendas ferroviarias, muelles cubiertos y fondas. La excepción a la regla de la estandarización se dio en Almansa, que entre 1859 y 1864 fue cabecera de la línea a Valencia del Ferrocarril de Almansa, Valencia y Tarragona (AVT) –luego absorbida por Norte–, además de formar parte de la línea de MZA. Cada compañía construyó aquí sus propias instalaciones por duplicado, aunque compartieron el edificio de viajeros –hoy desaparecido–, de gran singularidad aunque con ciertas contradicciones.

Albacete, con un edificio de viajeros alargado y de una sola planta dotado de marquesina metálica, se configuró desde el inicio como el punto principal de una línea cuyas estaciones se especializaron en el transporte de vino (Villarrobledo y otras), maderas (La Roda, Agramón y Minas) y minerales (Minateda, Minas, Tobarra, Hellín y Agramón). En gran parte de ellas se instalaron en su entorno a partir de 1870 empresas e industrias, que querían aprovechar el ferrocarril para transportar sus productos, como ocurrió en Albacete, Tobarra, Hellín, La Roda, Chinchilla o La Gineta. En torno a otras (Chinchilla y Agramón) se consolidaron poblados o aldeas ferroviarias.

Edificio primitivo de Albacete, cuarta capital española con ferrocarril

Entre 1880 y 1920 se acometió en la provincia una renovación de estaciones, hasta entonces modestos edificios, de una planta, con carencias importantes. Así, Albacete amplió en 1900 su edificio de viajeros –ahora dotado de fachada neoclásica–, se construyeron viviendas para el personal y un depósito de máquinas. En Chinchilla, importante nudo ferroviario afectado en 1900 por un incendio, se instalaron cocheras, muelles y viviendas ferroviarias. En Agramón, Minas, Hellín, Almansa y Villarrobledo también se levantaron viviendas ferroviarias, en un ejemplo de la política social de MZA.

El Estatuto Ferroviario de 1924 sentó las bases para renovar las infraestructuras en toda España, lo que aquí se aprovechó para remozar estaciones y construir edificios de nueva planta. De esta época datan edificios como los de Villarrobledo, La Roda, Minaya y La Gineta, que han llegado así hasta nuestros días. Los dos primeros responden al mismo modelo, un único cuerpo rectangular de dimensiones similares, con dos alturas y nueve huecos en la fachada, de ladrillo, con marquesina metálica. Los edificios de Minaya y La Gineta también comparten una tipología similar, pero éstos tienen un trabajo mayor del ladrillo, empleado en franjas horizontales en todos los edificios: viajeros, aseos y guardagujas.

Estación de Minaya

Esta variedad tipológica es más propia de la línea Alcázar de San Juan-Chinchilla, la principal de la provincia, mientras que la otra línea de Albacete, entre Chinchilla y Cartagena, presenta estaciones de una planta con desarrollo longitudinal creciente (la estación de Hellín tiene una longitud de 43 metros) en las que resalta el cuerpo central. Suelen presentar huecos con arcos de medio punto señalando, con la posición del reloj, el eje simétrico del edificio. El nudo donde se unen ambas líneas, Chinchilla, tuvo importancia pasada, como reflejan su viejo edificio de viajeros –un rectángulo con un cuerpo superior más pequeño, con huecos recercados en blanco y mampostería revocada con tonos rosados– sus instalaciones –muelle de mercancías cubierto, viviendas de empleados en hilera, etc.– y la aldea que creció a su alrededor, aunque esa realidad ha dado paso a una nueva estación muy humilde, reducida a regular la bifurcación de la línea.

La última gran actuación en las estaciones de la provincia se produjo en Albacete en 1967, cuando se construyó una nueva estación unos 450 metros al noroeste de la antigua, dotada de tres dobles vías, para permitir la expansión de la ciudad. Este complejo incluye un edificio de pasajeros de dos alturas que destaca por una marquesina sobre la que descansa una gran vidriera multicolor. La inclusión de Albacete en el proyecto Vialia propiciará una nueva terminal, de unos 12.000 m², que, dentro de una estructura de cristal, albergará las instalaciones de alta velocidad y una oferta de ocio, rasgos de las llamadas “estaciones comerciales”.

 
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