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ARTÍCULOS Y REPORTAJES
CASTILLA-LA MANCHA: ESTACIONES DE PASO
Publicado en la Revista del Ministerio de Fomento nº 553 (julio - agosto de 2006)
Reproducción autorizada
Macarena Herrera Lorenzo. Fotos: José Caballero y FFE (19/12/2006)

 

Toledo, una joya entre una variedad

La red toledana es producto de la estructura radial con origen en Madrid, por lo que sus líneas cruzan la provincia desde el norte en dirección al sur de la Península. Curiosamente, la capital, Toledo, única estación término de viajeros de la región, no es el núcleo de esta red. Su formación se inició a partir de la línea Madrid-Aranjuez con su prolongación a Almansa, lo que hizo de Tembleque la primera estación regional (1853); y continuó con la línea Castillejo-Toledo (1858).

Edificio primitivo de Tembleque que acogió la primera estación de la región

Entre 1879 y 1885 entraron en servicio las líneas Madrid-Ciudad Real (1879), Lisboa por Cáceres (1881) y Aranjuez-Cuenca (1885). Casi todas son obra de MZA o de compañías absorbidas. Otras líneas de vía estrecha verían luego la luz, pero ninguna llegaría al nuevo milenio, y con ellas cerraron una docena de estaciones. A fines de los 80 se clausuró la línea a Ciudad Real para construir el AVE a Sevilla y en 2005 llegó a Toledo la alta velocidad.

La variedad de tipologías y materiales distingue a las estaciones toledanas. Y es que, al contrario que en otros lugares, MZA no monopolizó aquí la construcción de líneas, ejecutada por compañías diversas luego absorbidas. Un vistazo a las estaciones en servicio confirma esta tendencia y demuestra que nada tienen en común los edificios de la línea a Valencia vía Alcázar con los de la línea a Extremadura o incluso con la gran estación de Toledo. Las primeras, con Tembleque, Huerta de Valdecarábanos o Quero como exponentes de estaciones de segunda generación, son caserones rectangulares de dos pisos y tejado a dos aguas, muy homogéneos, a base de piedra tallada.

Edificio actual de la estación de Tembleque

Las segundas, como Illescas, Erustes, Villaluenga-Yuncler (protegidas por ley), Bargas o Montearagón, son más pequeños, con cuerpo central de dos pisos y laterales de uno, arcos de medio punto y fachadas simétricas de muros de piedra.

Estación de Villaluenga-Yuncler característica de la línea de Cáceres

Las excepciones al estilo de esta línea las conforman dos estaciones de 1876-77. Talavera de la Reina presenta un edificio amplio de dos plantas y ático en el cuerpo central y alas laterales alargadas, a base de ladrillo visto y piedra de sillar con decoración de cerámica en fachadas y ojos de buey en el lado ciudad. Se incendió parcialmente en 1926.

Edificio de viajeros de Talavera de la Reina con sus azulejos típicos de su cerámica

Torrijos es un edificio de influencia francesa de dos plantas más ático, de composición simétrica con huecos con arcos de medio punto y ojos de buey, a base de piedra berroqueña, con molduras lisas sobre los paramentos enfoscados y pintados, que está amparado por la Ley de Patrimonio autonómica. También difiere Calera y Chozas, con mampostería y muros encalados, igualmente protegida por ley.

Fachada de la estación de Torrijos tras su reciente restauración

Pero si alguna estación sobresale por su excepcionalidad en la provincia y en toda la comunidad autónoma es la de Toledo, joya del patrimonio arquitectónico de Castilla-La Mancha y una de las estaciones más interesantes de España.

Estación de Toledo, obra de Narciso Clavería,
en una imagen de 1919

La actual estación reemplazó al edificio ramplón, austero y sin alardes estructurales diseñado por Eusebio Page que durante más de seis décadas, entre 1857 y 1919, estuvo en servicio en la línea Castillejo-Toledo. Fue precisamente la escasa representatividad de esta estación lo que decidió a MZA a construir una terminal ferroviaria verdaderamente emblemática, quizá bajo la influencia de un supuesto comentario del rey Alfonso XIII sobre el carácter inadecuado de la vieja estación para una ciudad monumental como Toledo.

MZA adquirió unos terrenos en 1912 junto a la vieja estación y encargó el proyecto a su arquitecto Narciso Clavería y al ingeniero Ramón Peironcely. Ambos firmaron un imponente edificio de estilo neomudéjar, inaugurado en 1919, que estuvo durante años en el centro del debate entre los partidarios de estaciones con un carácter industrial y quienes se decantan por un carácter más artístico para este tipo de construcciones. Lo cierto es que esta estación, construida en el mismo estilo que otras tan destacadas de MZA como las de Sevilla-Plaza de Armas y Huelva, ha figurado en exposiciones internacionales sobre estaciones como la única muestra española.

La estación de Toledo, de 1919, es la principal joya del patrimonio ferroviario de Castilla-La Mancha

El edificio de viajeros es un conjunto simétrico rectangular formado por un pabellón central de una planta con dos cuerpos laterales adosados de dos pisos. Junto a uno de los laterales se alza imponente una torre-minarete de cinco cuerpos, típica de las iglesias mudéjares toledanas, con un reloj a cuatro esferas, todo ello coronado por un tejadillo a cuatro aguas con tejas vidriadas. El pabellón central, de mayor altura, ofrece en el lado ciudad una fachada con cinco puertas bajo cinco grandes arcos de herradura apuntados y recercados por otros lobulados, que enmarcan unas enormes vidrieras decoradas, además de cuatro óculos y una cornisa rematada por pequeñas almenas de estilo neomudéjar, así como un tejado a cuatro aguas. Los dos cuerpos laterales, más bajos, ofrecen cinco huecos en planta baja semejantes a los del cuerpo central y otros cinco superiores formados por arcos de herradura. Toda la fachada exhibe un enorme trabajo de franjas de ladrillo en variados aparejos, resultando así de riquísima decoración. En el lado de las vías, el edificio se completa con una marquesina metálica a dos aguas sobre columnas de fundición que cubre todo el andén. Junto a las vías, el pabellón de urinarios, el muelle de la pescadería (enclavamientos) y un transformador de electricidad construidos en el mismo estilo neomudéjar que el edificio principal.

Si el exterior es espectacular, la estación exhibe en su amplio vestíbulo interior su otro gran tesoro: un completo escaparate de las artes decorativas a base de rejerías, yeserías, artesonados, vidrieras, cerámicas, mobiliario, lámparas, detalles de cantería…, extraordinariamente conjugados para decorar todos los elementos al modo mudéjar. Esta explosión decorativa fue realizada por artistas locales, encabezados por Juan Bautista Lázaro, Ángel Pedraza y Julio Pascual, que siguieron el estilo de los alarifes hispano-musulmanes.

Aunque este soberbio empleo de materiales y técnicas en el vestíbulo, y en su salón de honor (actual capilla), puede resultar sobrecargado y ostentoso, de hecho acaba realzando el conjunto de la estación, que constituye un ejemplo único del rico legado patrimonial de la arquitectura ferroviaria. No es de extrañar que sea la única estación de la región que goza de una doble protección, tanto de las leyes de patrimonio estatales como autonómicas. A finales de 2005, este monumento ferroviario se ha sumado a la lista de estaciones castellano-manchegas con parada del AVE.

Fachada lado andenes de la estación de Toledo donde destaca la inusual torre del reloj
 
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