Toledo, una joya entre una variedad
La red toledana es producto de la
estructura radial con origen en Madrid, por lo que
sus líneas cruzan la provincia desde el norte
en dirección al sur de la Península.
Curiosamente, la capital, Toledo, única estación
término de viajeros de la región, no
es el núcleo de esta red. Su formación
se inició a partir de la línea Madrid-Aranjuez
con su prolongación a Almansa, lo que hizo
de Tembleque la primera
estación regional (1853); y continuó
con la línea Castillejo-Toledo (1858).
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Edificio
primitivo de Tembleque que acogió la
primera estación de la región |
Entre 1879 y 1885 entraron en servicio
las líneas Madrid-Ciudad Real (1879), Lisboa
por Cáceres (1881) y Aranjuez-Cuenca (1885).
Casi todas son obra de MZA o de compañías
absorbidas. Otras líneas de vía estrecha
verían luego la luz, pero ninguna llegaría
al nuevo milenio, y con ellas cerraron una docena
de estaciones. A fines de los 80 se clausuró
la línea a Ciudad Real para construir el AVE
a Sevilla y en 2005 llegó a Toledo la alta
velocidad.
La variedad de tipologías
y materiales distingue a las estaciones toledanas.
Y es que, al contrario que en otros lugares, MZA no
monopolizó aquí la construcción
de líneas, ejecutada por compañías
diversas luego absorbidas. Un vistazo a las estaciones
en servicio confirma esta tendencia y demuestra que
nada tienen en común los edificios de la línea
a Valencia vía Alcázar con los de la
línea a Extremadura o incluso con la gran estación
de Toledo. Las primeras, con Tembleque,
Huerta de Valdecarábanos
o Quero
como exponentes de estaciones de segunda generación,
son caserones rectangulares de dos pisos y tejado
a dos aguas, muy homogéneos, a base de piedra
tallada.
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Edificio
actual de la estación de Tembleque |
Las segundas, como Illescas,
Erustes, Villaluenga-Yuncler
(protegidas por ley), Bargas
o Montearagón,
son más pequeños, con cuerpo central
de dos pisos y laterales de uno, arcos de medio punto
y fachadas simétricas de muros de piedra.
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Estación
de Villaluenga-Yuncler característica
de la línea de Cáceres |
Las excepciones al estilo de esta
línea las conforman dos estaciones de 1876-77.
Talavera de la Reina
presenta un edificio amplio de dos plantas y ático
en el cuerpo central y alas laterales alargadas, a
base de ladrillo visto y piedra de sillar con decoración
de cerámica en fachadas y ojos de buey en el
lado ciudad. Se incendió parcialmente en 1926.
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Edificio
de viajeros de Talavera de la Reina con sus
azulejos típicos de su cerámica |
Torrijos
es un edificio de influencia francesa de dos plantas
más ático, de composición simétrica
con huecos con arcos de medio punto y ojos de buey,
a base de piedra berroqueña, con molduras lisas
sobre los paramentos enfoscados y pintados, que está
amparado por la Ley de Patrimonio autonómica.
También difiere Calera
y Chozas, con mampostería y
muros encalados, igualmente protegida por ley.
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Fachada
de la estación de Torrijos tras su reciente
restauración |
Pero si alguna estación sobresale
por su excepcionalidad en la provincia y en toda la
comunidad autónoma es la de Toledo,
joya del patrimonio arquitectónico de Castilla-La
Mancha y una de las estaciones más interesantes
de España.
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Estación
de Toledo, obra de Narciso Clavería,
en una imagen de 1919 |
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La actual estación reemplazó
al edificio ramplón, austero y sin alardes
estructurales diseñado por Eusebio Page que
durante más de seis décadas, entre 1857
y 1919, estuvo en servicio en la línea Castillejo-Toledo.
Fue precisamente la escasa representatividad de esta
estación lo que decidió a MZA a construir
una terminal ferroviaria verdaderamente emblemática,
quizá bajo la influencia de un supuesto comentario
del rey Alfonso XIII sobre el carácter inadecuado
de la vieja estación para una ciudad monumental
como Toledo.
MZA adquirió unos terrenos
en 1912 junto a la vieja estación y encargó
el proyecto a su arquitecto Narciso Clavería
y al ingeniero Ramón Peironcely. Ambos firmaron
un imponente edificio de estilo neomudéjar,
inaugurado en 1919, que estuvo durante años
en el centro del debate entre los partidarios de estaciones
con un carácter industrial y quienes se decantan
por un carácter más artístico
para este tipo de construcciones. Lo cierto es que
esta estación, construida en el mismo estilo
que otras tan destacadas de MZA como las de Sevilla-Plaza
de Armas y Huelva, ha figurado en exposiciones internacionales
sobre estaciones como la única muestra española.
La
estación de Toledo, de 1919, es la
principal joya del patrimonio ferroviario
de Castilla-La Mancha |
El edificio de viajeros es un conjunto
simétrico rectangular formado por un pabellón
central de una planta con dos cuerpos laterales adosados
de dos pisos. Junto a uno de los laterales se alza
imponente una torre-minarete de cinco cuerpos, típica
de las iglesias mudéjares toledanas, con un
reloj a cuatro esferas, todo ello coronado por un
tejadillo a cuatro aguas con tejas vidriadas. El pabellón
central, de mayor altura, ofrece en el lado ciudad
una fachada con cinco puertas bajo cinco grandes arcos
de herradura apuntados y recercados por otros lobulados,
que enmarcan unas enormes vidrieras decoradas, además
de cuatro óculos y una cornisa rematada por
pequeñas almenas de estilo neomudéjar,
así como un tejado a cuatro aguas. Los dos
cuerpos laterales, más bajos, ofrecen cinco
huecos en planta baja semejantes a los del cuerpo
central y otros cinco superiores formados por arcos
de herradura. Toda la fachada exhibe un enorme trabajo
de franjas de ladrillo en variados aparejos, resultando
así de riquísima decoración.
En el lado de las vías, el edificio se completa
con una marquesina metálica a dos aguas sobre
columnas de fundición que cubre todo el andén.
Junto a las vías, el pabellón de urinarios,
el muelle de la pescadería (enclavamientos)
y un transformador de electricidad construidos en
el mismo estilo neomudéjar que el edificio
principal.
Si el exterior es espectacular, la
estación exhibe en su amplio vestíbulo
interior su otro gran tesoro: un completo escaparate
de las artes decorativas a base de rejerías,
yeserías, artesonados, vidrieras, cerámicas,
mobiliario, lámparas, detalles de cantería…,
extraordinariamente conjugados para decorar todos
los elementos al modo mudéjar. Esta explosión
decorativa fue realizada por artistas locales, encabezados
por Juan Bautista Lázaro, Ángel Pedraza
y Julio Pascual, que siguieron el estilo de los alarifes
hispano-musulmanes.
Aunque este soberbio empleo de materiales
y técnicas en el vestíbulo, y en su
salón de honor (actual capilla), puede resultar
sobrecargado y ostentoso, de hecho acaba realzando
el conjunto de la estación, que constituye
un ejemplo único del rico legado patrimonial
de la arquitectura ferroviaria. No es de extrañar
que sea la única estación de la región
que goza de una doble protección, tanto de
las leyes de patrimonio estatales como autonómicas.
A finales de 2005, este monumento ferroviario se ha
sumado a la lista de estaciones castellano-manchegas
con parada del AVE.
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Fachada
lado andenes de la estación de Toledo
donde destaca la inusual torre del reloj |