Aunque
se trata de un modesto Ferrocarril de poco más
de 18 kilómetros, esta línea estaba llamada
a desempeñar un importante papel en la vertebración
de las comunicaciones entre el este y el oeste de la
península, pero sucumbió víctima
de diversos avatares.
En torno a Toledo discurrían
las dos grandes líneas (ahora ya son tres con
la del AVE) que comunicaban Madrid con Extremadura (MCP)
y con el Levante (MZA), sin que ninguna se acercase
lo suficiente como para establecer una estación.
Este Ferrocarril remediaba
parcialmente el error histórico perpetrado por
el Marqués de Salamanca al dejar a Toledo como
estación término de un mero ramal, al
permitir el enlace directo con Extremadura. Ya a comienzos
del siglo XX se planteó esta posibilidad que
no llegó a prosperar.
Por otra parte, la unión
de ambas líneas evitaría la entrada a
Madrid, permitiendo tráficos transversales fundamentalmente
de mercancías entre los dos extremos de la península.
La línea fue incluida
en el Plan Preferente de Ferrocarriles de Construcción
Urgente, aprobado por Decreto-Ley de 5 de marzo de 1926.
Al amparo del Plan Guadalhorce, el 8 de Agosto de 1926
se presenta el proyecto elaborado por el ingeniero José
Calabrús Risques.
Los trámites se
llevaron a cabo con gran celeridad, quizá motivados
por la pequeña envergadura de la línea
y su escasa dificultad técnica. Así, el
concurso de las obras se convoca el 15 de septiembre,
siendo adjudicadas el 13 de octubre de ese mismo año.
El 5 de Julio de 1927
dan comienzo las obras, a cargo del Estado, si bien
tuvieron un parón general hacía el año
1931. En enero de 1936, un informe titulado “El
problema de los ferrocarriles en construcción”
de la Oficina de Estudios de las Compañías
del Norte y MZA, incluía el Ferrocarril de Bargas
a Toledo en el grupo de las líneas que debían
suspenderse y estudiar su abandono.
En el grupo V del citado
informe, junto al Bargas-Toledo, también se proponía
la suspensión de las obras y estudio de abandono
de las líneas Alcañíz-Caspe, Alcañiz-Lérida,
Teruel-Alcañiz, Totana-La Pinilla y Utiel-Teruel.
El argumento por el que se proponía dicha suspensión
estaba motivado por la situación en esa fecha
de las obras o por la falta de necesidad actual y futura
de dichos ferrocarriles.
El presupuesto de construcción
de todas estas líneas, en el año 1936,
ascendía a 287,4 millones de pesetas, de los
que sólo se habían gastado 43,5 millones,
estando comprometidos otros 8,9 millones, lo que suponía
que faltaba por gastar la mayor parte de la inversión.
Parece ser que cuando
se decidió paralizar las obras, en el Bargas-Toledo
ya se llevaban invertidas algo más de la mitad
del presupuesto de infraestructura; se habían
gastado concretamente 3.600.000 pts. de los 6.800.000
pts. previstos, a los que había que añadir
otros 3.600.000 pts. del proyecto de superestructura
realizado por el ingeniero de caminos Enrique Pastor
Pacheco en 1932.
Finalmente, la línea
quedó abierta a la explotación el 20 de
septiembre de 1938 (Orden de Servicio nº 22, de
10 de septiembre de 1938, de la Compañía
Nacional de los Ferrocarriles del Oeste de España
que anula y sustituye a la de igual número de
fecha 31 de agosto).
Explotación
A pesar de las expectativas,
las únicas circulaciones de viajeros que se efectuaron
fueron entre Toledo y Bargas, donde enlazaban con los
trenes de la línea de Extremadura. Los primeros
servicios comerciales fueron realizados con locomotoras
de vapor. Ante los problemas de explotación que
presentaban debido a la calamitosa ejecución
de las obras, fueron sustituidos en 1943, ya en manos
de RENFE, por pequeños automotores ligeros.
Durante los inviernos
en los que el río Tajo alcanzaba caudales abundantes
de agua, el servicio debía ser suspendido, por
inundarse el terraplén de la vía en la
zona próxima al puente sobre el río.
Clausura
En Enero de 1941, una
inundación derribó el pequeño puente
que se encontraba cerca de la entrada a Toledo provocando
la interrupción del servicio. El golpe definitivo
llegó el 26 de Febrero de 1947 cuando otra inundación
volvió a llevarse el mismo puente, quedando definitivamente
suspendido el servicio, con lo que posiblemente se puede
considerar que el Ferrocarril de Toledo a Bargas fue
uno de los que tuvieron una menor vida comercial; escasamente
ocho años. Se conservan valiosas fotografías
del 6 de marzo de 1947, en las que pueden apreciarse
el nivel que alcanzaron las aguas en la vega del Tajo
en la estación de Toledo.
Todos los intentos de
reapertura fueron infructuosos. Una Orden Ministerial
del 4 de Marzo de 1953 autorizó el abandono de
la línea siendo desmantelada por RENFE, a raíz
del Decreto de 11 de Noviembre de 1955.
En 1972 se autorizó
el abandono y la desafección de los terrenos,
quedando parte de ellos como caminos vecinales y otros
invadidos por explotaciones agrícolas o desguaces
de coches. Se desmontó el puente que cruzaba
sobre la carretera de Mocejón a Toledo, mientras
que el terraplén de la vega, con la vaguada dejada
por el puente, es hoy un concurrido lugar de paseo de
los toledanos. Ningún temporal ni inundación
ha vuelto a cebarse en él.
Aspectos
técnicos de la línea
Con una longitud de 18,6
kilómetros en vía única, curiosamente
iniciaba su kilometración en la estación
de Bargas, de donde partía por el lado Madrid
a unos 400 metros del edificio de viajeros, con acceso
directo pues, en dirección Extremadura. Contaba
con la estación intermedia de Higares situada
en la mitad del trazado (P.K. 9,4), al objeto de asegurar
el bloqueo. Según algunas versiones, los trenes
también paraban en un apeadero situado junto
al pueblo de Olías del Rey.
Con referencia al perfil,
se ascendía hasta el P.K. 5,4, en Olías
del Rey, para describir una bajada casi continua hasta
Toledo. En los pocos artículos que han aparecido
sobre este desconocido ferrocarril, en alguno se ha
escrito que era notable el puente metálico sobre
el río Tajo que, con una longitud de 200 m, estaba
situado en el kilómetro 16 del trazado. En este
sentido, el puente que se conserva sobre el río
Tajo, es una obra de fábrica hecha en hormigón,
con tres ojos en forma elíptica y otro en forma
de arco romano, en el que está pintado en color
blanco “1941”, por lo que cabe la posibilidad
de que el puente fuera construido al principio con una
estructura metálica, siendo sustituido en dicho
año por otro de hormigón.
También se construyó
un puente de dos vanos, bajo el cual discurría
la carretera de Toledo a Mocejón, muy cercano
al puente del río Tajo y hoy desmantelado, más
3 pasos superiores, por los cuales pasaban la carretera
local de Olías a Mocejón, la carretera
Madrid-Toledo y otro muy cercano a este último,
por el que pasaba un camino rural.
Respecto del resto de
las obras de fábrica, la línea contaba
con 24 alcantarillas o tajeas, para permitir el paso
de aguas y arroyos. |