La primera iniciativa de la que se
tiene constancia para comunicar Toledo por ferrocarril,
la encontramos en la Real Orden de 15 de febrero de
1854 por la que se autorizaba a Fernando Fernández
de Córdoba, José de Zaragoza y Joaquín
de la Gándara, la realización de los
estudios necesarios para la construcción de
un ferrocarril que, partiendo de Toledo, empalmara
con el de Madrid – Almansa en la zona de Villasequilla.
El 3 de abril se celebraron las sesiones
para acordar las bases del convenio y la subvención
que recibirían los promotores por parte de
la Diputación y del Ayuntamiento. La concesión
es otorgada por Real Orden de 10 de mayo de 1854,
estipulándose un plazo de construcción
de un año, de manera que la ubicación
de la estación permitiese su continuación
hacia Talavera de la Reina.
Poco después, el Consejo de
Ministros concedía a los empresarios la licencia
para construir por su cuenta y explotar el ferrocarril
por 99 años, sin subvención estatal,
bajo las condiciones particulares del convenio suscrito,
además de las generales contempladas en la
Real Orden de 31 de diciembre de 1844. Se aprobaba
así el ferrocarril de Toledo a Villasequilla,
con una longitud aproximada de 27 km, considerado
de utilidad pública.
Sin embargo, el proyecto no llegó
a realizarse, porque un mes después se produjo
la sublevación que aupó a los liberales
al poder el 18 de julio. El 25 de agosto de 1854 el
Gobierno de Espartero declaró caducada la concesión.
Hubo de esperar hasta diciembre para
que se presentasen nuevas solicitudes de construcción
del ferrocarril.
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Insignia
en las gorras de Jefe de Estación
de la Compañía M.Z.A.
Donación de D. Juan Ramón
Muñoz.
(Fondo Histórico A.A.F.T. ) |
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La primera es la firmada por Jacobo
Damier y Conailliac, en la que se comprometían
a respetar las condiciones estipuladas en la anterior
concesión, ofreciendo al gobierno una serie
de ventajas tales como reducir a 90 años el
tiempo de explotación, establecer una línea
subterránea de telégrafo y comenzar
inmediatamente los estudios para prolongar más
adelante la vía hasta Talavera de la Reina.
La segunda solicitud corrió
a cargo de José Manuel Catalán y Ramón
Aguilera que rebajaba a 50 años la concesión,
sin subvención del Estado y una reducción
en un 10% más en las tarifas.
Ambas solicitudes fueron estudiadas
durante el mes de marzo de 1855 por el Ayuntamiento,
el cual finalmente se decantó por la segunda,
pudiendo deberse no solo a las ventajas que ésta
aportaba sino a la posibilidad de que la Corporación
tuviese conocimiento del plan de líneas telegráficas
que gestaba el Gobierno y que aprobó al mes
siguiente.
Tampoco en este caso prosperó
la iniciativa debido a la aprobación de la
Ley General de Ferrocarriles de 3 de junio de 1855
que daba un cambio radical con respecto a la Real
Orden de 31 de diciembre de 1844. Esta Ley ofrecía
a las empresas ventajas muy significativas en materia
de subvenciones así como grandes garantías
para las inversiones de capital extranjero. Por otra
parte, primaba la red radial al considerar líneas
de primer orden todas aquellas que partiendo de Madrid
enlazaran con la costa o la frontera.
Al amparo de esta Ley, el diputado
por Toledo Pedro Nolasco Mansi, presentó una
nueva proposición para la construcción
de un ferrocarril que partiendo de Castillejo y pasando
por Toledo, Torrijos y Talavera de la Reina, llegase
a Extremadura y desde allí se encaminase hacia
la frontera con Portugal. Estimó que la mejor
solución era que la provincia asumiera por
sí sola la construcción, ante el temor
a que el Estado no pudiera proporcionar recursos suficientes
ante la inmensa deuda que acumulaba.
El 29 de junio de 1855 tuvo lugar
la reunión de los representantes de los pueblos
para acordar el número de acciones que deseaban
suscribir. El resultado no pudo ser más desalentador;
la mayoría de los pueblos no estaban en condición
de posibilitar fondos, bien por su penuria económica
o porque el ferrocarril no les reportaría beneficios
debido al alejamiento de su localidad.
En consecuencia, la construcción
de este ferrocarril que hubiera convertido a Toledo
en un punto importante de paso de una línea
de primer orden se vio paralizada, e irremediablemente
frustrada el 14 de junio de 1856 cuando las Cortes
aprueban el ferrocarril de servicio público
Madrid – Plasencia a través de Torrijos
y Talavera.
Sin duda el conocimiento de esta
circunstancia fue lo que movió a José
de Salamanca -Marqués de Salamanca y promotor
de la línea Madrid a Aranjuez, Almansa y Alicante-
a presentar al Ayuntamiento de Toledo el 28 de febrero
de 1856, un nuevo proyecto para la construcción
del ferrocarril Toledo-Villasequilla. Aunque las condiciones
iniciales impuestas por Salamanca fueron leoninas,
las negociaciones cristalizaron en la Ley de 24 de
junio de 1856, sancionada por la Reina Isabel II el
11 de julio.
Esta Ley autorizaba la construcción
del ferrocarril de Castillejo a Toledo, otorgaba la
concesión por 99 años y fijaba una subvención
del Ayuntamiento en los 44.802,80 reales bajo las
siguientes condiciones:
Con estas bases y las que fijaba
la propia Ley General de Ferrocarriles, dieron comienzo
rápidamente las obras cuyo coste ascendió
a 1.293.808,78 reales. La vía se tendió
con carril Brunel de 35,50 kilogramos por metro lineal.
Tras la prórroga concedida para la terminación
de las obras que tienen lugar el 2 de mayo de 1858,
se procede a la solemne inauguración de la
línea el 12 de junio con la asistencia de la
Reina Isabel II, aunque varias fuentes apuntan la
circulación de trenes para llevar al público
toledano a la corrida de toros que se celebró
en Aranjuez el 30 de mayo con motivo de la festividad
de San Fernando.
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Acción
nº 264.762 de la compañía
M.Z.A.,
de 31 de octubre de 1875, por valor
de 1.900 reales.
Donación de D. Santiago Cano
Escavias.
(Fondo Histórico A.A.F.T.) |
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Poco duró el ramal en manos
de Salamanca –tal vez por necesidades económicas–,
ya que el 16 de diciembre vende la concesión
a MZA cuya incorporación efectiva se produce
el 3 de febrero de 1859. Tras un breve paso por la
Compañía de los
Ferrocarriles de Ciudad Real a Badajoz y de Almorchón
a las Minas de Carbón de Bélmez
(el que transcurre desde el 23 de abril de
1879 al 8 de abril de 1880), la concesión vuelve
de nuevo a MZA que decide comprar aquella Compañía,
celosa de la posible competencia que le pudiera hacer
a través de “La Directa”.
Si bien Salamanca retomó su
vieja idea de continuar el ferrocarril hasta Talavera
presentando un proyecto al consejo de administración
de MZA, nunca llegó a materializarse ante el
rechazo de la Compañía, quedando Toledo
como un mero ramal, en medio de dos grandes líneas.
La vieja aspiración de unir
las dos principales ciudades de la provincia se vio
materializada con la inauguración del efímero
ferrocarril de Bargas
a Toledo (1939-1947), si bien
es cierto que nunca circularon trenes de viajeros
desde Toledo más allá de Bargas.
La línea continuó bajo
la administración de MZA sin grandes novedades
hasta que en 1941, como todas las de ancho normal
español, pasó a Renfe y a partir de
1948 se englobó en su segunda Zona.
Ya bajo administración de
Renfe, el 13 de septiembre de 1965, se puso en servicio
la electrificación del ramal (complementando
la realizada en 1963 entre Atocha y Alcázar
de San Juan), inaugurada con un Ómnibus remolcado
por una locomotora Alsthom de la serie 7600 (actual
276). A pesar de coexistir los servicios vía
Parla y vía Castillejo, esta última
fue la preferida por los viajeros hasta la clausura
de la primera el 10 de enero de 1988, momento a partir
del cual todos los servicios se prestaron por Aranjuez
y Castillejo.
La inauguración de la línea
de alta velocidad Madrid – Sevilla, supuso otra
decepción para la ciudad al pasar tan solo
a unos 12 kilómetros de la capital. Sin embargo,
se decidió posteriormente construir un nuevo
ramal en alta velocidad desde La Sagra a Toledo que
en su último tramo debería de aprovechar
el corredor de la línea existente. Por ello,
el 2 de julio de 2003, con el servicio REX 7063 Toledo
- Madrid-Chamartín se clausura el tramo Algodor
– Toledo que es desmantelado para construir
el nuevo ramal La Sagra – Toledo en alta velocidad,
inaugurado el 15 de noviembre de 2005 y que entra
en servicio al día siguiente. Paralelamente
se procede a la suspensión del servicio de
viajeros por el ramal de ancho ibérico.

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Esquema
de vías y enclavamiento tipo Bouré
de la estación de Toledo. (Archivo A.A.F.T.) |